Tlaskamati

lunes, 7 de marzo de 2011

Las lenguas mexicanas que tanto quisiste, Carlos Montemayor


A Marcelo Rugama, Alberto Betancourt,

Laura García y Balam Rodrigo

La noche es un animal que te encierra. La noche es un animal que te engulle. La noche te suelta por la mañana. Estuviste en su estómago al soñar. Te mataste un poquito para volver a renacer con el sol. De esto va el sueño y la noche para los que hablan, huelen y aman en náhuatl. Tenyoali, tzinyoali,ti temikin. Así más o menos se entiende en su mundo el sueño… y la noche.

Los huaves de Oaxaca le dicen huarache de pájaro a lo que nosotros llamamos estrella de mar. Elementos distintos para designar lo igual. Pero otra cosa. Un mundo vuela y el otro se ahoga. Lo que para unos es huarache de pájaro para otros es estrella de mar.

Hace dos semanas, el 21 de febrero de 2011, celebramos una vez más el Día Internacional de la Lengua Materna y ese día como deberían ser todos los días fue bueno para tomar pretexto y mirar al otro lado de la luna. A su ombligo, al nuestro. País multilingüe y diverso es el México nuestro. Voces distintas que entienden el concierto universal a su propio ritmo nos conforman. Cada pueblo indígena con su lengua respectiva inventa su paso de baile. Y lo cantan distinto y así lo comparten. No hay lenguas superiores a ninguna otra.

Eso pareció entender y decir la Unesco para tomar pretexto y festejar a las lenguas que permean al mundo nuestro. Esta efeméride tiene su cuota de sangre: el 21 de febrero de 1952 en Bangladesh un grupo de estudiantes demandaba que su lengua materna, el bangla, fuera reconocida como lengua oficial. La policía abrió fuego contra la manifestación.

Vencer la demagogia se hace necesario. Políticas públicas y respeto por los distintos y diversos se hace necesario. Palabra en papel sin voluntad política para ejercer los derechos es casi hablar de papeles muertos. Hace falta más trabajo que hacer por las lenguas abuelas del México doloroso que nos toca vivir. Idiomas abuelos de los idiomas que hablan los pueblos indios de hoy, siguiente paso de las culturas de más antes. Continuidad. Falta mucho por hacer por ellos, falta mucho por hacer por ellas. Necesarios son. Vivas están.

Dos cosas son prioritarias para no perder de más. Habrá que documentar las lenguas que están a punto de desaparecer. Hacer que las lenguas con pocos hablantes queden registradas y demos cuenta de su conocimiento construido para dialogar con su realidad cercana, sus pasos, su ciencia y sus sueños. Hace falta apuntalar a aquellas cuyo número de hablantes van en aumento. Porque sí, hay lenguas que van en aumento en cuanto a número de hablantes. Hace falta, también, que la sociedad entienda que el de enfrente y el de al lado son su espejo.

Un mexicano que tenía claro esto de las lenguas indígenas es Carlos Montemayor. Al momento de que usted se encuentre leyendo estas líneas se habrá cumplido ya un año de su muerte. El 28 de febrero de 2010 ocurrió el deceso de este notable señor nuestro. De todos. Qué rápido pasan las horas, Carlos. Qué rápido pasan los días, los meses, los años. Qué rápido nos comienza a cubrir con su remolino la nostalgia. Qué rápido te comenzamos a extrañar. Un año ya de tu partida. Un año en el que el terror nos ha invadido. Un año. Han pasado muchas cosas desde que te fuiste, Carlos. Un año y no parece. Un año y parece demasiado.

Los muertos se acumulan. La sangre corre como si los ríos tuvieran hambre. ¿Qué nos hubieras dicho tú? Se murió también tatic Samuel Ruiz. También se fue y también nos hace mucha falta. Se hizo ya un festival en tu honor y la UNAM fue la encargada de realizarlo. La mano dura parece ser la portadora de un garrote inesperado y no vivido. Parece ser que el camino se torna cada vez más terrible y sin embargo la esperanza sigue fluyendo. El sub Marcos después de ños de no decir nada ha roto el silencio, la muerte de tatic Samuel Ruiz fue la razón. Han pasado muchas cosas, Carlos, y no, México no ha cambiado demasiado. Al contrario, los muertos se acumulan y ya no son sólo los indios los esplazados y asesinados. Hoy muchos más son partícipes de una escena trágica que se repite día con día en escenarios distintos. Y los medios de comunicación, Carlos, ni qué decir de ellos. Mudos, impenetrables, indiferentes ante el dolor.

Sin embargo, la semilla que sembraste en algunos de nosotros sigue estando presente. Hace un año que te fuiste y no sabes cuánta falta nos hace tu voz. Qué rápido pasan las horas, Carlos. Qué rápido pasan los días, los meses, los años. Qué rápido nos comienza a cubrir con su remolino la nostalgia. Qué rápido te comenzamos a extrañar. Qué pronto se hizo de noche…

Los huaves de Oaxaca le dicen huarache de pájaro a lo que nosotros llamamos estrella de mar. Elementos distintos para designar lo igual. Pero otra cosa. Un mundo vuela y el otro se ahoga. Lo que para unos es huarache de pájaro para otros es estrella de mar. Tú lo sabías muy bien.

Tlaskamati, Carlos.

Tlaskamati miak.

Por Mardonio Carballo

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