Fundador Assange Julián, quien informa que está siendo buscado para ser interrogado por las autoridades de EE.UU., habla con Chris Anderson TED acerca de cómo opera el sitio, lo que ha logrado y lo que lo lleva.
Poco se sabe sobre Julian Assange. Tiene 39 años y se define como “periodista y ciberactivista”. Nació en Australia en el seno de una familia bohemia. Descubrió la informática a los 14 años y a los 16 ya era un hacker de altísimo nivel, cuya actividad favorita era inmiscuirse en el sistema electrónico ultraprotegido del Ministerio de Defensa de Estados Unidos.
Solía dejar constancia de sus visitas mediante mensajes provocadores en los archivos violados. Fue detenido por la policía de Melbourne después de haber penetrado los sistemas de una importante empresa australiana. Tuvo muchos problemas con la justicia de su país. Pagó multas muy altas, pero escapó a la cárcel y muy pronto fue reclutado por una empresa de seguridad. Acabó sus estudios universitarios y creo WikiLeaks, exclusivamente dedicado a filtraciones de documentos secretos de toda índole.
Ese portal “participativo” funciona sobre el modelo de la enciclopedia en línea Wikipedia: todos los internautas están invitados a entregarle materiales confidenciales o inéditos. Éstos sólo se publican después de ser controlados por especialistas de WikiLeaks, que cuenta con cinco empleados y cerca de mil colaboradores esparcidos en el mundo.
Assange dotó a su página web de sistemas de seguridad muy sofisticados y se vanagloria de proteger contra viento y marea el anonimato de sus informantes. El ciberactivista optó por registrar su portal en Suecia, país en el que la legislación defiende a quienes denuncian abusos. Esa precaución le permite evitar que sus materiales sean censurados. Al parecer lo registró también, pero de manera reciente, en Islandia.
Según explicaron los directivos de The New York Times, The Guardian y Der Spiegel, el fundador de WikiLeaks los contactó en junio pasado para proponerles la publicación de “los diarios secretos de la guerra de Afganistán”. Les entregó los documentos sin cobro alguno y exigió su publicación simultánea el 26 de julio. Rehusó identificar a sus fuentes, pero en varias oportunidades Assange y sus colaboradores revelaron que militares estadunidenses les hacían llegar a menudo datos valiosos.
Los tres medios de comunicación crearon de inmediato equipos de trabajo integrados por expertos, investigadores, periodistas y abogados que examinaron con lupa gran parte del material. Cada equipo trabajó por su cuenta, a su manera y eligió los documentos que más le interesaron.
En una nota de presentación de los materiales seleccionados, The New York Times precisó que informó a la Casa Blanca de su proyecto. Los altos funcionarios de Washington, a quienes el diario mostró los documentos, no negaron su autenticidad.
En cambio subrayaron que informaciones mencionadas en 15 mil de los 90 mil folios ponían en peligro la vida de soldados, oficiales, informantes y colaboradores de las fuerzas armadas estadunidenses y de la OTAN. Los tres periódicos y WikiLeaks decidieron no publicarlos. Assange precisó que su equipo estaba “limpiando” los documentos para quitar cualquier dato comprometedor y que luego los publicaría.
WikiLeaks difundió el material en bruto con una breve introducción y sin comentario alguno. Es su método de trabajo. Deja que los internautas se las arreglen solos con la información.
En cambio The New York Times, Der Spiegel y The Guardian realizaron una amplia labor de contextualización, clasificación del material y análisis de su contenido. El diario británico elaboró, inclusive, un glosario de 400 abreviaturas que permite descifrar todos esos mensajes e informes codificados.
Los tres medios coinciden: El material, que cubre un periodo de cinco años y medio –de 2004 a finales de 2009–, confirma que Afganistán se ha convertido en un auténtico pantano para las fuerzas internacionales encabezadas por Estados Unidos. Peor aún, evidencia una situación muchísimo más grave de lo que se sospechaba...
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