A Violeta
27 de abril 2011, hoy hace un año asesinaron a Beatriz Alberta Cariño y Jyry Jakkola, quienes en un acto de amor a los indígenas, en un acto de sacar la verdad aquello que una parte de los triquis autónomos estaban viviendo, fueron asesinados con la palabra esperanza en sus labios.
La historia ya es muy conocida, pero en ocasiones pareciera que la monotonía rebasara nuestra memoria y es entonces que inician las descalificaciones, las mentiras contadas hacía nosotros mismos, como si con eso borráramos de golpe tanto dolor, tanta incertidumbre, tantos gritos ahogados en la desesperanza de la desesperación, al no obtener una respuesta, tan solo una luz de que la justicia para todos pronto llegará.
Mucho ha pasado desde entonces, mas de 20 muertos de lado de los autónomos aquellos que un día optaron por algo diferente y que entonces en medio de emboscadas nuevas fueron asesinados y asesinadas, justificando con lo ancestral del conflicto sus muertes: “ la costumbre de que ahí siempre se matan, el así son ellos, el todos están armados, se matan entre ellos, los triquis no son buenos ni malos todos son iguales”; frases que encierran la incapacidad, el terror de no saber darle una respuesta a tanto dolor vivido por todos y todas aquellas que portan con dignidad el color de la sangre.
Dentro de toda esa historia, dentro de todas esas descalificaciones, hay decenas de mujeres viudas, de hombres solos, de padres y madres sin hijos, de niños y niñas que ya no lloran porque esa indiferencia de las sociedades mestizas, de los capitalinos, de los ajenos y de sus propios hermanos no permite que su llanto sea escuchado; “son triquis”, como si ser triqui significara no tener derecho a expresarse, como si ser triqui los y las marcara con una enorme letra escarlata como en la Santa Inquisición se hacía con quien pensaba diferente, con quienes no eran “buenos” ante los ojos de las reglas o para quienes ostentaban el poder, así ellos y ellas sin importar edad, o situación física portan su letra escarlata para ser señalados y entonces no tengan derecho de pensar, de ser diferentes de defender sus tierras, sus ideas, sus raíces.
Hoy 250 desplazados de San Juan Copala, “los autónomos”, no tienen derecho a regresar a sus casas, por el simple hecho de que no son miles y miles que amenazan con llegar a la capital y descomponerlo todo, solo hay un porcentaje pequeño que no se mira, que dejo de ser diferente dentro de la decoración del zócalo de Oaxaca ahora es normal verlas ahí en un pedazo de los corredores de este corazón de la “democracia”.
Hoy fueron una pequeña nota dentro de la noticias locales porque salieron a marchar a un año de la terrible muerte de Bety y Jyri, sin embargo, viven historias a diario, historias que podrían generar el interés de algunos que no encuentran como golpear a algún funcionario para con esto sacar un poco el enojo de ya no ser privilegiados.
Hoy una vez más estos niños, niñas, mujeres, hombres, heridos del corazón y el alma, salieron a gritar otra vez justicia, fueron fotografiados con sus mantas exigiendo justicia y libertad, y tristemente mostrando su enorme letra escarlata invisible ante los ojos de los que no alcanzan a ver que su diario vivir es este sufrir, padecer por no pertenecer a los “buenos”, por no pertenecer a los triquis que si son escuchados.
fridaguerrera@gmail.com
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