Tlaskamati

lunes, 22 de noviembre de 2010

Colima: Mezcla tóxica...caciques criminales vs señores feudales(El buho)


Como ocurre con Tamaulipas, donde un inminente ganador, candidato a gobernador priísta, fue asesinado sin que hasta la fecha se sepa de una indagación seria sobre quiénes o por qué lo mataron. Como sucede en Michoacán, donde una veintena de funcionarios municipales de los principales partidos fueron encarcelados por sus nexos con el narcotráfico y luego liberados por una torpeza de la PGR, y un integrante de esa mafia, sirviente del capo La Tuta, despacha hoy como diputado federal.

Igual, casi en papel calca, ayer, en Colima, un ex gobernador fue ejecutado frente a su esposa. El orden de las cosas establecido por los cárteles resultó roto, bajo una lógica que sólo ellos comprenden.

Lo que viene es predecible: la autoridad federal mirará hacia otro lado, mientras la correlación de fuerzas locales pacta un nuevo statu quo. El tiempo demostrará que esto no resuelve ningún problema, que es una abdicación, una cobardía del Estado. Que ello solamente aplaza el momento en que los políticos de todas las siglas acuerden una depuración de sus cuadros, como ocurrió en Colombia, donde, en el término de una década, la tercera parte de su clase política —gobernadores, alcaldes, legisladores— se fue a la calle, a la cárcel o a la tumba.

Como todo en la trama del narcotráfico, las cosas se complicaron en Colima hace tres lustros, cuando se agudizó la llegada por Manzanillo de drogas y compuestos químicos para crear una nueva generación de estupefacientes, basados en las metanfetaminas. El auge que ello trajo se expresó en ranchos, en casas, en dinero fluyendo y en personajes extraños que eran adoptados con efusividad por los políticos e incluso por las buenas familias de la entidad.

El gobierno de Fernando Moreno Peña (1997-2003) administró la putrefacción, ya con la lógica de una mafia: Recurrió al fraude para burlar a las urnas, se abrió en 2004 a la llegada de Gustavo Vázquez Montes, gobernador por un año antes de morir en un misterioso avionazo.

Tras otras elecciones, llegó Silverio Cavazos, cuya familia acumulaba imputaciones de ligas con el narco, y quien pavimentó el camino para el actual mandatario, Mario Anguiano Moreno, con parientes procesados por delitos contra la salud, como su hermano Humberto, o su primo Rafael. Este último cayó en Los Ángeles durante una redada contra traficantes de cocaína y metanfetaminas. Cuando los líderes nacionales del PRI expresaron eventualmente a Cavazos que su candidato Anguiano poseía tales antecedentes, Cavazos dijo que sólo con él ganarían los comicios. Eso bastó para acallar la conciencia de los dirigentes, que regresaron tranquilos a la Ciudad de México.

En sólo 13 años, Colima ha tenido seis gobernadores, entre electos e interinos. De ese tamaño es la descomposición.

La mañana de ayer, cuando fue ejecutado, Cavazos Ceballos daba por el estado pláticas sobre valores familiares y tradiciones. Pero se tomaba el tiempo necesario para protagonizar una pugna del brazo de Anguiano Moreno para desplazar del poder real al grupo de Moreno Peña y un grupo de personajes afines, entre ellos algunos empresarios de medios.

Sería perfectamente viable que la administración Calderón emprendiera una investigación que desnudara el orden de cosas entre el poder político y el crimen organizado en Colima. Pero quizá no deba. O no quiera. O no pueda.

Apuntes

II MARCELO EBRARD tuvo un buen fin de semana, por la reunión con millar y medio de alcaldes y funcionarios municipales, más los festejos encabezados por el Centenario de la Revolución. Ello trajo impacto nacional e internacional y exhibió músculo ante el gobierno de Felipe Calderón. Pero ahí siguen los problemas mayores de Ebrard, entre ellos, el amago de Andrés Manuel López Obrador de crear una fractura en la izquierda, hundir una posible alianza en el Estado de México, o la debilidad de las cartas del propio Marcelo para colocar a uno de los suyos como sucesor en el gobierno del Distrito Federal. Tanto ganar afuera para perderlo todo adentro.

Roberto Rock L.

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