Preservativos rotos, mentiras y celos, la historia de Assange y dos mujeres
Anna Ardin y Sofia Wilen.
- Anna Ardin invitó a Assange a su casa y le preparó una fiesta en su honor
- Sofia Wilen le conoció en el seminario, fueron a comer, al cine y a su casa
- Dicen que empezó como sexo consentido y acabó como 'un abuso'
Julian Assange, el fundador de Wikileaks y azote de la diplomacia estadounidense, no sabía que su viaje a Estocolmo el pasado 11 de agosto le iba a terminar llevando hasta la cárcel. Si Assange, al que ya se le califica como el hombre del año, lo hubiera sabido quizá no habría caído en las redes de Anna Ardin y Sofia Wilen.
El ya conocido como 'hacker' libertario acudió a la capital sueca invitado a participar en un seminario sobre el papel de los medios en los conflictos. Assange aceptó. Todavía estaba muy caliente los documentos revelados por Wikileaks sobre EEUU y la guerra de Irak.
Y aquí apareció Anna Ardin, una militante feminista que logró contactar con Assange, le ofreció su casa para permanecer los días del seminario y que ahora le ha puesto contra las cuerdas.
Cuando el fundador de Wikileaks llegó a Estocolmo, Ardin no estaba en casa, aunque regresó al día siguiente. A Assange probablemente le gustó la mujer, de 30 años, y a ella él. Se abrió la puerta del flirteo y tras una cena ambos acabaron en la cama.
Primer gran error. Según la declaración de ésta, durante el acto sexual se rompió el preservativo y ella le pidió que parara, pero él no lo hizo. De ahí que Ardin le acuse de violación.
Sin embargo, hay partes del puzzle que no encajan. Después de aquel fatídico encuentro, la feminista mantuvo una relación cordial con Assange e incluso el 14 de agosto le preparó una fiesta en su honor. Nada hacía pensar que detrás de la actitud amigable de Ardin había un presunto acoso sexual.
Pero, otra mujer aparecería en escena. Una joven de 20 años, pareja sentimental del artista estadounidense Seth Benson, que se fijaría en Assange desde la primera fila que ocupó durante el seminario.
Es Sofia Wallen, la tercera en discordia en toda esta trama de sexo, violaciones, agresiones y mentiras. Fue ella la que se acercó al 'hacker', quien entabló el primer contacto... Ambos se fueron a comer, él volvió a flirtear y cometió su segundo error: apoya su brazo sobre ella.
Después fueron al cine. Ella "se sentía halagada. Era obvio que me estaba seduciendo". Y después sin que ocurriera nada más Assange volvió a casa de Ardin, quien también conocía a Soofia Wilen. Pero el día de la fiesta que Ann había organizado para Assange, éste y Sofia quedaron, cogieron un tren, que el fundador de Wikileaks no padó porque no tenía 'cash' y no quería usar las tarjetas de crédito, y fueron a casa de Sofia.
Allí mantuvieron dos veces relaciones. Una por la noche, con preservativo incluido, y otra por la mañana sin protección. Y aquí llegó el segundo error de Assange. Sofia, según ella misma ha asegurado, se sintió molesta por la negativa de Assange a usar el condón.
Aquí se rompe las alabanzas, el sexo, el flirteo y los buenos momentos, y la historia se vuelve cuanto menos confusa. Sofia llama a Anna, le cuenta lo sucedido, Ardin le cuenta su réplica y decide, celosa, echar a Assange de su casa.
El 20 de agosto acuden a la comisaría y ponen la denuncia por delitos sexuales. Tras la declaración de ambas mujeres, la oficial que las atendió acusa a Asange de un delito de violación a Sofia y otro de acoso a Ardin. "En ambos casos el sexo fue consensuado en un principio, pero luego se convirtió en un abuso", declaró Ardin para defender sus denuncias.
Anna y Sofia, Sofia y Anna. Una feminista convencida, que hasta en su blog describe como "vengarse de los hombres en siete pasos legales", y una joven temerosa de un embarazo no deseado que finalmente han logrado atrapar al hombre con el que ni siquiera EEUU ha podido.
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