Como fué tu presencia una alegría,
Que aún perfumada el ánima nos deja,
Es tu partida una melancolía,
Un silencio después de una armonía
Que en el vago crepúsculo se aleja…
A qué mis versos? La íntima fragancia
De tu alma, con ensueños te corona
Y de luz de ideal tienes el ansia.
Y como dama, un centro de elegancia
Y como madre, un nimbo de Madona.
Te vas… y la otoñal melancolía
Se agrava entre los árboles desnudos
Y en derredor de tu mansión vacía
Adonde ahoga la tiniebla fría
Pálidas flores y follajes mudos…
Te vas cuando las hojas han caído…!
Sin el calor de tu cariño tierno,
El nuestro será un pájaro sin nido,
Y tristemente, cuando te hayas ido,
Más crudo sentiremos el invierno…
Habrá en mi hogar, adonde aparecía
Tu imagen familiar, un desconsuelo
Y la estatua, el poema y la armonía,
Para la ausente que las comprendía,
En su silencio guardarán un duelo…
Volverás… es verdad; mas como antes
Ya no serás de este jardín la rosa;
Te aguardaremos tristes y distantes,
Pero vuelve…! Aunque sea con errantes
Giros de golondrina ó mariposa!
Algo de nuestro ser contigo vuela,
Algo que el alma y la existencia irisa;
Por eso el corazón se nos rebela
Y la íntima pena nos consuela
Ni tu dulce mirar, ni tu sonrisa!
Porque fue tu presencia una alegría
Que aún perfumada el ánima nos deja,
Y es tu partida una melancolía,
Un silencio, después de una armonía
Que en el vago crepúsculo se aleja.
JOSE JUAN TABLADA
Revista Moderna de México (1905)
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