La Primavera de la aldea
bajó esta tarde a la ciudad,
con su cara de niña fea
y su vestido de percal.
Traía nidos en las manos
y te temblaba el corazón
como en los últimos manzanos
el trino del primer gorrión.
Tenía, como los duraznos,
de nieve y de rosa hecha la piel,
y sobre el lomo de los asnos
llevaba su panal de miel.
A la ciudad la Primavera trajo
del campo un suave olor
en las tinas de la lechera .
y en las jarras del aguador.
JAIME TORRES BODET
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