Tlaskamati

viernes, 22 de mayo de 2009

El Banco Mundial responde a los Estados Unidos como el trueno al relámpago.


El Banco Mundial y el FMI actúan estrechamente ligados y al servicio de fines comunes; nacieron juntos, en Bretton Woods. Los Estados Unidos cuentan con la cuarta parte de los votos en d Banco Mundial; los veintidós países de América Latina apenas reúnen menos de la décima parte. El Banco Mundial responde a los Estados Unidos como el trueno al relámpago. Según explica el Banco, la mayor parte de sus préstamos se dedica a la construcción de carreteras y otras vías de comunicación y al desarrollo de las fuentes de energía eléctrica, «que son una condición esencial para el crecimiento de la empresa privada». Estas obras de infraestructura facilitan, en efecto, el acceso de las materias primas a los puertos y a los mercados mundiales, y sirven al progreso de la industria, ya desnacionalizada, de los países pobres. El Banco Mundial cree que, «en la mayor medida practicable, la industria competitiva debería dejarse a la empresa privada. Esto no significa que el Banco excluya absolutamente los préstamos a las industrias de propiedad del Estado, pero sólo asumirá estos financiamientos en los casos en que el capital privado no resulte accesible, y si se asegura a satisfacción, al cabo de los exámenes, que la participación del gobierno resultará compatible con la eficiencia de las operaciones y no tendrá un efecto indebidamente restrictivo sobre la expansión de la iniciativa y la empresa privadas». Se condicionan los préstamos a la aplicación de la receta estabilizadora del FMI y al pago puntual de la deuda externa; los préstamos del Banco son incompatibles con la adopción de políticas de control de las ganancias de las empresas, "tan restrictivas que las utilidades no pueden operar sobre una base clara, y aun menos impulsar la expansión futura". Desde 1968, el Banco Mundial ha derivado en gran medida sus empréstitos a la promoción del control de la natalidad, los planes de educación, los negocios agrícolas y el turismo.

Como todas las demás máquinas tragan/queles de las altas finanzas internacionales, el Banco constituye también un eficaz instrumento de extorsión, en beneficio de poderes muy concretos. Sus sucesivos presidentes han sido, desde 1946, prominentes hombres de negocios de los Estados Unidos. Eugene R. Black, que dirigió el Banco Mundial desde 1949 a 1962, ocupó posteriormente los directorios de numerosas corporaciones privadas, una de las cuales, la Electric Bond and Share, es el más poderoso monopolio de la energía eléctrica del planeta". Casualmente, el Banco Mundial obligó a Guatemala, en 1966, a aceptar un acuerdo honroso con la Electric Bond and Share, como condición previa para la puesta en práctica del proyecto hidroeléctrico de Jurún- . Marinalá: el acuerdo honroso consistía en el pago de una indemnización abultada por los daños que la empresa pudiera sufrir en una cuenca que le había sido gratuitamente otorgada pocos años atrás, y, además, incluía un compromiso del Estado en el sentido de no impedir que la Bond and Share continuara fijando libremente las tarifas de la electricidad en el país. Casualmente también, el Banco Mundial impuso a colombia, en 1967, el pago de treinta y seis millones de dólares de indemnización a la Compañía Colombiana de Electricidad, filial de la Bond and Share, por sus envejecidas maquinarias recién nacionalizadas. El Estado colombiano compró así lo que le pertenecía, porque la concesión a la empresa había vencido en 1944. Tres presidentes del Banco Mundial integran la constelación de poder de los Rockefeller. John J. MCCloy presidió el organismo entre 1947 y 1949, Y poco después pasó al directorio del Chase Manhattan Bank. Lo sucedió, al frente del Banco Mundial , Eugene R. Black , que había hecho el camino inverso : venia del directorio del Chase . George D. Woods, otro hombre de Rockefeller, heredó a Black en 1963. Casualmente, el Banco Mundia l participa en forma directa , con un décimo del capital y sustanciales empréstitos , de la mayor aventura de los Rockefeller en Brasil: Petroquímica Unia o, el complejo petroquímico más importante de América del Sur. Más de la mitad de los préstamos que recibe América Latina proviene, previa luz verde del FMI, de los organismos privados y oficiales de los Estados Unidos; los bancos internacionales suman también un porcentaje importante.

El FMI Y el Banco Mundial ejercen presiones cada vez más intensas para que los países latinoamericanos remodelen su economía y sus finanzas en función del pago de la deuda externa . El cumplimiento de los comprom isos contraídos, clave de la buena conducta internacional, resulta cada vez más difícil y se hace al mismo tiempo más imperioso. La región vive el fenómeno que los economistas llaman la explosión de la deuda . Es el círculo vicioso de la estrangulación: los empréstitos aumentan y las inversiones se suceden y en consecuencia, crecen los pagos por amortizaciones, intereses, dividendos y otros servicios ; para cumplir con esos pagos se recurre a nuevas inyecciones de capital extranjero, que generan compromisos mayores, y así sucesivamente. El servicio de la deuda devora una proporción creciente de los ingresos por exportaciones, de por si impotentes -por obra del inflexible deterioro de los precios- para financiar las importaciones necesarias; los nuevos préstamos se hacen imprescindibles, como el aire al pulmón, para que los países puedan abastecerse. Una quinta parte de las exportaciones se dedicaba, en 1955, al pago de amortizaciones, intereses y utilidades de inversiones; la proporción continuó creciendo y está ya próxima al estallido. En 1968, los pagos representaron el 37 por ciento de las exportaciones. Si se siguiera recurriendo al capital extranjero para cubrir la brecha del comercio y para financiar la evasión de las ganancias de las inversiones imperialistas, en 1980 nada menos que el ochenta por ciento de las divisas quedaría en manos de los acreedores extranjeros, y el monto total de la deuda llegaría a exceder en seis veces el valor de las exportaciones. El Banco Mundial había previsto que en 1980 los pagos de servicios de deuda anularían por completo el influjo de nuevo capital extranjero hacia el mundo subdesarrollado, pero ya en 1965, la afluencia de nuevos préstamos y de nuevas inversiones hacia América Latina resultó menor que el capital drenado de la región , sólo por amortizaciones el intereses, para cumplir con: los compromisos anteriormente contraídos.

"Nuestros programas de ayuda al extranjero .., estimulan el desarrollo de nuevos mercados para las sociedades americanas ... y orientan la economía de los beneficios hacia el sistema de libre empresa en el que las firmas americanas puedan prosperar". Eugene R. Black en Columbia Joumal of Worl Business, vol 1, 1965.

Las venas abiertas de América Latina

Eduardo Galeano, libro obsequiado a Obama por el

Presidente de Venezuela.

Datos del año 1971

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