bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
o poco más o menos:
«Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso;
mono, lindo en extremo;
yo no gusto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de tan vastos imperios ».
Al oír un discurso
tan dulce y .halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico.
dejó caer el queso;
el muy astuto Zorro,
después de haberlo preso,
le dijo: «Señor bobo,
pues sin otro alimento,
Quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso».
Quien oye aduladores,
Nunca espere otro premio.
Félix María de Samaniego (1745-1801)
Nació en La Guardia de la Rioja y estudió en Valladolid. Viajó por Francia y conoció a los enciclopedistas. Este célebre fabulista, dramaturgo y poeta, fue también músico. Sus fábulas, que alcanzan un total de doscientas cincuenta y ocho, reflejan la preocupación moral y educativa de la época. La sencillez de su lenguaje las hacen aptas para todos.
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