Tlaskamati

martes, 16 de junio de 2009

EL CUERVO Y EL ZORRO



En la rama de un árbol,

bien ufano y contento,

con un queso en el pico

estaba el señor Cuervo.

Del olor atraído

un Zorro muy maestro,

le dijo estas palabras,

o poco más o menos:

«Tenga usted buenos días,

señor Cuervo, mi dueño;

vaya que estáis donoso;

mono, lindo en extremo;

yo no gusto lisonjas,

y digo lo que siento;

que si a tu bella traza

corresponde el gorjeo,

juro a la diosa Ceres,

siendo testigo el cielo,

que tú serás el fénix

de tan vastos imperios ».

Al oír un discurso

tan dulce y .halagüeño,

de vanidad llevado,

quiso cantar el Cuervo.

Abrió su negro pico.

dejó caer el queso;

el muy astuto Zorro,

después de haberlo preso,

le dijo: «Señor bobo,

pues sin otro alimento,

Quedáis con alabanzas

tan hinchado y repleto,

digerid las lisonjas

mientras yo como el queso».

Quien oye aduladores,

Nunca espere otro premio.



Félix María de Samaniego (1745-1801)

Nació en La Guardia de la Rioja y estudió en Valladolid. Viajó por Francia y conoció a los enciclopedistas. Este célebre fabulista, dramaturgo y poeta, fue también músico. Sus fábulas, que alcanzan un total de doscientas cincuenta y ocho, reflejan la preocupación moral y educativa de la época. La sencillez de su lenguaje las hacen aptas para todos.

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