Tlaskamati

domingo, 1 de febrero de 2009

Chayito corrió al cielo... Consiguiendo la gloria!!

y de ahí me he seguido... si alguna vez no traigo nada, una cosa que compruebe que yo he ido, mejor me quedo por allá, de vergenza de que no traiga yo nada" .

Rodeada de amor, arropada con ternura, Rosario Iglesias, la querida Chayito, corrió al cielo para ganar la última competencia de su vida.

Dejó de existir a los 98 años de edad, en su hogar; le sobreviven sus hijas, 15 nietos, 30 bisnietos y 6 tataranietos, quienes están tristes por la partida de un ser querido, pero orgullosos por la dignidad con la que concursó por largo tiempo doña Chayito, quien perteneció al gremio de los voceadores.

Corrió por allá, por acá y acullá; en 1980 hizo su presentación durante un evento en Xalapa, Veracruz, y a partir de entonces, el mundo le quedó chico.

Admirada por corredores nacionales y extranjeros, era una atracción, ya que a su edad se desplazaba con gran agilidad sobre la pista de atletismo, y al cruzar la meta, recibía su premio: la victoria; mientras en su cara, surcada por el tiempo, saltaba pizpireta una coqueta sonrisa.

Amor y admiración recibió desde 1980 esta mujercita, que todas las mañana se levantaba a hacer ejercicio y después a despachar el periódico en su puesto de la colonia Nápoles.

Su última competencia fue en el 2005, se fue a San Sebastián, España, con recursos de sus familiares, dado que el entonces director de CONADE, Nelson Vargas, no tuvo la caridad de respaldar a esta sencilla mujer, orgullo nacional, a quien se le recuerda en la pista y con su mandil vendiendo los diarios.

Le ofreció sólo los boletos; lo demás corrió por cuenta de los familiares.

Ella iluminó su carrera deportiva porque la gozaba.

Anoche fue velada en una funeraria de la colonia Doctores. Hoy será llevada al Panteón Dolores, pues así lo dispuso.

Descanse en paz, y que a sus familiares Dios los llene de calma y resignación.


Rosalinda Coronado


*/ Llama la atención que en eventos deportivos llamaron a un minuto de silencio, y cual sorpresa que no era para Chayito; si no para el Papá de un Directivo...

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