Egipto amaneció ayer con Internet. Tras casi cinco días desconectados del mundo, los egipcios tienen de nuevo acceso a la red y a sitios que han cobrado gran relevancia durante las últimas semanas, como Twitter, Facebook, el sitio web de Al Jazeera o el periódico en línea Al Badil.
El reciente “apagón” tecnológico sufrido por los egipcios es tal vez el más grande que se haya visto en la historia del Internet. La censura comenzó el 25 de enero, bloqueando el acceso a redes sociales. Posteriormente, el 27 de enero, la los mensajes por teléfono celular o BlackBerry fueron también bloqueados. Finalmente, la madrugada del 28 de enero, el servicio de Internet fue suspendido por completo.
Las medidas tomadas por el gobierno egipcio levantaron la duda en el resto del mundo ¿Podría ocurrir en nuestro país? ¿Hasta dónde puede llegar la censura por parte del gobierno en el, aparentemente, medio más libre?
Es un hecho que los gobiernos comienzan a interesarse cada vez más en el control del Internet, más aún tras el tsunami informativo desencadenado por Wikileaks o tras ver el poder que países como China, o ahora Egipto, han demostrado sobre este medio.
Estados Unidos fue de los primeros países en salir a la luz ante las medidas egipcias, no sólo por el hecho de ser el mayor proveedor de Internet en el mundo, sino porque en junio de 2010, los senadores Joe Lieberman, Susan Collins y Tom Carper presentaron un proyecto de ley nombrado “Protegiendo el Ciberespacio como un Bien Nacional” (Protecting Cyberspace as a National Asset), que confiere al presidente la facultad de suspender de forma total y por 120 días todo servicio de Internet en el país. El proyecto causó controversia pues, al parecer, el Presidente podía cancelar el servicio con sólo presionar un switch rojo (idea que posteriormente Lieberman negaría de forma rotunda).
En su momento, la medida de cancelación total del Internet se vio como algo totalitario, e incluso, absurdo. Sin embargo, la decisión que el pasado viernes tomó el presidente Hosni Mubarak demostró que no era imposible.
De acuerdo con Jim Cowie, co fundador de Renesys, compañía consultora de Internet, un apagón de esa proporción sería simplemente imposible en Estados Unidos. Entrevistado por la revista Time, Cowie dijo que hay “demasiado Internet” en el país y que al suspender de esa forma el servicio en la nación americana se entraría en un debate casi filosófico: al suspender al mayor proveedor de Internet del mundo “¿A quién estás dejando fuera, a Estados Unidos o al resto del mundo?”.
Vint Cerf, considerado uno de los padres del Internet (junto con Bob Khan desarrolló durante la década de los setenta el protocolo TCP/IP, base del funcionamiento de Internet) y principal visionario de los fenómenos que ocurrirán en el futuro en la red, declaró en 2007 a Reuters que consideraba como “un fracaso” la intervención del gobierno en Internet, ya que éste es regulado principalmente por la iniciativa privada.
Lo que Cerf tal vez no predijo, fue la estrategia “en conjunto” (en palabras de Jim Cowie) aplicada por el gobierno egipcio.
Si bien, es probable que Cerf tenga razón en cuanto al éxito de la regulación del Internet por parte del gobierno, es un hecho que hay países con medidas totalitarias de control sobre el servicio o los contenidos que circulan en la red o naciones que comienzan a interesarse en métodos para controlar este espacio.
Año con año, el equipo de redacción de Reporteros sin Fronteras publica una lista con los que considera los mayores enemigos del Internet: países que mantienen niveles de censura y vigilancia extrema con el servicio y los usuarios. La lista lleva varios años encabezada por China y Corea del Norte.
El primero, es reconocido por haber arrasado con espacios web y foros de chat. Actualmente, el país asiático realiza una purga y revisión de los 17 millones de blogs con los que cuenta y que pasan por el filtro de palabras “subversivas” o “amenazadoras”. De igual manera, está la presión que el gobierno ejerce sobre los proveedores de Internet nacionales e internacionales, ya son bien sabidas las disputas que hubieron con Google. China es también el país con mayor número de presos por “crímenes virtuales” al mantener a 52 personas en prisión. Reporteros sin Fronteras se cuestiona si otros países, en vez de acusar al modelo chino, comienzan a querer adoptarlo.
Por su parte, Corea del Norte es considerado por la agencia de noticias como “el mayor hoyo negro del Internet”, al ni siquiera existir un servicio nacional. Sólo unos poco privilegiados tienen acceso a la red y ni siquiera existe el dominio .nk. Las páginas del gobierno norcoreano tienen que ser hospedadas en servidores rentados a China.
Reporteros sin Fronteras desarrolló una clasificación en la que establece los niveles de censura de cada país. Curiosamente, México es de los pocos países que no tienen ninguna clase de censura en la red. Los otros tres niveles son “Algo de censura” (Estados Unidos, Canadá, Brasil, Francia, Italia, Portugal, entre otros), “Bajo vigilancia” (Rusia, Australia, Turquía) y “Censura extrema”, o los denominados agujeros negros del Internet (China, Corea del Norte, Irán, Arabia Saudita, entre otros).
Uno de los más recientes y mayores intentos de control de la red lo vive actualmente España, con la polémica Ley Sinde, que busca regular los niveles de descargas de la nación. Un artículo publicado el pasado 28 de enero por JJ Velasco en el blog Bitelia destacaba una de las principales debilidades de la Ley Sinde que resumía perfectamente los problemas de cualquier tipo de control totalitario que intente ejercerse sobre la red: se salva una parte y se hunde otra.
En el caso de la Ley Sinde, Velasco dice que se intenta salvar a la decadente industria discográfica hundiendo a la naciente industria del hosting, que en España mueve 600 millones de euros al año. Decisiones como la tomada en Egipto o leyes como la propuesta en Estados Unidos pretenden “salvar” a ciertos sectores pero se olvidan de otros. Un apagón como el del pasado 28 de enero no sólo trae consecuencias sociales. Hoy en día, una suspensión de ese tipo representa pérdidas millonarias que, posiblemente, muchos gobernantes no estén tomando en cuenta
El problema, pues, no es el control del Internet en sí, sino la forma en la que éste se realice. En la misma entrevista brindada a Reuters en 2007, Cerf concluyó que la única forma en la que podrían regularse los contenidos del Internet sería a través de “acuerdos internacionales sobre lo que es aceptable y lo que no en materia de comportamiento en redes que garanticen que quien sea descubierto infringiendo estos códigos enfrente las consecuencias”. Podría decirse que lo mismo aplica para cualquier clase de control que intente tenerse sobre la red, la cuestión es y serán siempre los pequeños matices con los que esto se haga.
Habrá que ver lo que pasa en los próximos meses y años: si la balanza se inclina por el control como el que China o Core del Norte ejercen, o si comenzamos a apostar por una red más responsable y libre.
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