Tlaskamati

sábado, 17 de julio de 2010

Proyectos contrapuestos

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José Francisco Blake Mora, el miércoles pasado en Los PinosFoto Francisco Olvera
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i de algo entiende el tenebroso pianista poblano Javier Lozano Alarcón es de generación, transmisión y venta de energía eléctrica, así como de los usos y costumbres de la fibra óptica y temas derivados y conexos. Por eso, la defenestración de Patricia Flores Elizondo, que hasta el miércoles fuera superpoderosa jefa de la Oficina de la Presidencia –otra ex amiga íntima de Margarita Zavala que cae en desgracia–, parece un mensaje en clave con miras a las elecciones de 2012.

Antes de echarla a escobazos de Los Pinos, Felipe Calderón describió a Flores como autora intelectual y ejecutante del golpe contra el Sindicato Mexicano de Electricistas, que mandó a 44 mil trabajadores al desempleo y tiene al borde de la muerte al ingeniero Cayetano Cabrera, que ayer cumplió 83 días en huelga de hambre. El detalle del jefe mínimo, aparentemente, pretende lavarle la cara a Lozano para meterlo a la carrera por la sucesión.

Secretario del Trabajo que dejó sin trabajo a miles de electricistas y mantiene una guerra tenaz contra los mineros; hombre de pocas pero duras palabras –“coopelas o cuello”–, que sigue bajo sospecha tras las acusaciones que le formuló Zhenli Ye Gon, de que los 205 millones de dólares en efectivo que la policía encontró en su casa de Las Lomas se los dio a guardar el pianista, Lozano cuenta con un elemento extra en favor de su eventual candidatura: la simpatía de Jesús Ortega y de Manuel Camacho Solís, sobre todo de Camacho, quien hace dos semanas le alzó la mano en señal de victoria durante un mitin en Puebla.

¿Javier Lozano, posible candidato presidencial de la alianza PAN-PRD-Yunque? ¿Por qué no? Total, para dejar a su hipotético sucesor bien instalado en Los Pinos, Calderón acaba de deshacerse de Fernando Gómez Mont, el hombre-cortina-de-humo, que para salvar la imagen pública de nuestras fuerzas armadas, desafiaba a todos los cárteles a pelearse a trompadas con él, cada vez que un soldado o un marino asesinaba a civiles inocentes. Agotado física y sicológicamente, abatido por la desaparición de su jefe, Diego Cervantes de Cevallos, y avergonzado por la ridícula actuación de su hermano en un palco de Sudáfrica donde se agarró de las greñas con la mamá de Cuauhtémoc Blanco, Gómez Mont ha sido remplazado por un político del norte, que sin duda trae en el bolsillo la fórmula ganadora para 2012. Juzguen si no.

Hasta el pasado miércoles, José Francisco Blake Mora –hay quienes ya le dicen sir Francis Blake, evocando a Drake, el legendario pirata inglés– era secretario de Gobierno de la administración panista de Baja California. Dado su enorme peso político en aquellas lejanías, mucho tuvo que ver en la designación de los candidatos de Acción Nacional a los puestos de elección popular que jugaron en los comicios del 4 de julio. De cinco presidencias municipales que estuvieron en disputa, el PAN perdió cinco, y de 16 curules para el Congreso estatal, ganó tres.

Esto, en la inefable lógica de Calderón, lo convirtió automáticamente en el hombre idóneo para dirigir la política interior del país, profundizar la guerra civil provocada por la mafia que se adueñó de México y, claro, preparar el terreno para que el PAN siga otros seis años al frente de las ruinas del país, que donde no arden, humean, como en Ciudad Juárez, o se hunden bajo las aguas de la corrupción con cargo al cambio climático, como en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila.

¿Gabriela Cuevas al GDF?

Resuelta de antemano la sucesión calderónica –sólo falta ver qué opina esa otra ridícula minoría denominada el pueblo–, los capitalinos debemos afrontar desde ya un asunto de la mayor relevancia. ¿Quién vendrá a gobernarnos a partir de diciembre de 2012? Tras la derrota de Amalia García en Zacatecas –donde el priísta que salió vencedor es aliado de Ricardo Monreal y estará por ello más cerca del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador que del copete de Peña Nieto–, Marcelo Ebrard se ha quedado sin una figura medianamente conocida para heredarle sus oficinas en el Zócalo.

Peor aún, en estos tres años y medio, no ha logrado desarrollar una fuerza política propia entre los habitantes de la capital. No puede ufanarse de haber llevado al poder a ninguno de los 13 delegados perredistas de la ciudad de México –a 12 los impusieron las tribus del PRD y a Clara Brugada el obradorismo–, así como a ningún gobernador. Sin embargo, ha establecido no malas migas con sectores del mundo empresarial, que no tragan a López Obrador. Pero si bien ha tejido sólidas relaciones arriba, carece de arrastre abajo. Y los votos de los ricos no lo harán candidato con posibilidades reales de triunfo.

Empeñado en sostener su estrategia –crear infraestructura, dar empleo temporal y ahorrar para la campaña de 2012–, se ha echado en contra a numerosos capitalinos de a pie, por su obstinación en construir la llamada Supervía Poniente –obra concebida por la regencia de Manuel Camacho 10 años atrás, para enlazar diversas carreteras ligadas al DF–, que la gente no necesita y, sobre todo, no quiere. En lugar de popularidad, ha cosechado repudio y juicios de amparo que están en trámite contra su proyecto.

En cambio, lo que sí quieren millones de hombres, mujeres y niños pobres y sedientos del oriente de la ciudad, porque lo necesitan con urgencia y lo reclaman con desesperación, es que haga suyos los estudios de Elena Burns, Pedro Moctezuma Barragán y Óscar Monroy, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, quienes para combatir el crónico desabasto de agua potable que sufren hace décadas Iztapalapa y Tláhuac, han sugerido, y demostrado que es factible, construir un sistema de distribución, independiente del Cutzamala, que se alimente de la laguna natural de Xico, formada al pie de los volcanes.

El miércoles de la semana que termina, la delegada de Iztapalapa, Clara Brugada, y sus colegas, Rubén Escamilla, de Tláhuac; Francisco Javier Sánchez, de Iztacalco; Francisco García, de Milpa Alta; Miguel Ángel González, de Xochimilco, y Eduardo Santillán, de Álvaro Obregón, en compañía del diputado chilango, Víctor Varela, marcharon seguidos de miles de simpatizantes hasta la sede de la Comisión Nacional del Agua, en Insurgentes Sur, para entregarle a su titular, José Luis Luege, la petición de hacer de Xico una laguna captadora de lluvia, para abastecer de agua potable a Iztapalapa, Tláhuac y Valle de Chalco.

Hasta ahora, Brugada lo explicó enfáticamente, el agua de Xico es enviada por Conagua al canal de La Compañía y termina en el drenaje de Pachuca. ¿Por qué se priva a millones de seres humanos de ese líquido, que el gobierno desperdicia inmoralmente, para atizar el descontento de los pobres contra sus gobernantes perredistas e impulsar el avance electoral del PAN? Pero la pregunta que no encuentra respuesta es: ¿por qué Ebrard no se olvida de la Supervía e invierte mejor ese dinero construyendo los canales que llevarían agua fresca y abundante a los que menos tienen?

¿No está a tiempo de sentarse a reflexionar y modificar sus planes? Y si no lo hace, ¿no nos corresponde a los chilangos movilizarnos para que las voces de los más pobres sean escuchadas y atendidas? En Iztapalapa comienza a decidirse la sucesión de 2012. Si nos dormimos, la alianza Calderón-Camacho-Lozano-El Yunque podría imponer a Gabriela Cuevas en el GDF, con los votos corporativos de los chuchos. Pero lo más grave sería que, en su afán de ir por la Presidencia, Ebrard perdiera la capital.


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