Tlaskamati

jueves, 19 de noviembre de 2009

Revolución Mexicana - "Si vemos a los tiranos muy alto es que los vemos de rodillas...levantémonos! R.Flores Magón"

Además del amor por México y la ilusión de una nación mejor, el general Francisco Villa tuvo otro gran amor y fueron las mujeres. Apasionado, responsable, tierno, carismático, así lo muestra la escritora y nieta del Centauro del Norte, Rosa Helia Villa, en la novela Itinerario de una pasión. Los amores de mi General Villa. En las páginas “sacude las sábanas” de su abuelo para contar 18 historias de amor fascinantes, que serán llevadas al cine en una película que se estrenará el 20 de noviembre de 2010.
La narración de los romances del general comienza en su funeral, el 20 de julio de 1923, en el hotel de Hidalgo del Parral, Chihuahua, ocasión en la que se reúnen tres de sus mujeres, entre ellas Luz Corral, el “gran amor” de Villa, según la autora, y tomando té de flor de la pasión, tienen alucinaciones de los amores que ellas no conocían. A partir de este suceso aparecen uno a uno sus romances, que atrapan al lector y desnudan el corazón del personaje histórico.
“Sentí una necesidad de presentar a un Villa distinto al épico, al mítico, al gran general, al que hizo la Revolución. Fue doloroso, porque no tenía derecho a meterme en las sábanas de mi abuelo. Pero me metí a sus amores con respeto, porque soy la nieta, y creo que lo logré. Creo que era necesario conocer la intimidad de este símbolo”.
A pesar de haber tenido 18 esposas, todas las historias fueron tristes, porque Villa no fue un hombre feliz, “no tuvo tiempo”. A ninguna le prometió más de lo que podía darle, pero se casó con todas y a todas les puso casa. Con quienes tuvo hijos, que la autora cuenta 14, les dio su apellido y fue un padre responsable.
De acuerdo con Rosa Helia, quizá una de las razones por las cuales el general tuvo tantas mujeres fue porque en algún momento estuvo protegido por las comunidades mormonas de Chihuahua. Si bien en el siglo XIX la poligamia en los mormones ya había desaparecido, quizás Villa hablando con ellos encontró alguna razón o un fundamento lógico para tener más de una esposa.
Sin ser guapo, ¿qué encontraban las mujeres en el general? Un tremendo carisma, dice la autora. “Yo lo imagino fascinante para hombres y mujeres. La prensa europea lo llamaba el Napoleón americano por el vínculo que formaba con sus soldados, él era uno más, iba al frente en las batallas. Cuando (Alvaro) Obregón echa a andar la leyenda de que robaba y violaba mujeres, digo, ¡por Dios!, qué necesidad tenía un hombre de 35 años, poderoso, atractivo, con carisma. Más bien decía: ‘¡cómo me las saco de encima!’.
“Villa era un hombre tierno, en el libro se descubre que tenía una pasión tremenda por la educación. Becó a muchos jóvenes a colegios militares en Estados Unidos. Le dolía ver a los niños de la calle, y gracias a Villa lograron encaminar sus vidas, incluso algunos hicieron testimonios de gratitud.
“Fue un hombre que llegó al mundo con el propósito de buscar un mundo mejor, más oportunidad para toda la gente. No lo logró, pero dejó la vida en el intento. Quería dar oportunidad a la gente a la que él pertenecía. El pudo trascender toda la adversidad que lo persiguió desde chico, fue un líder regional y nacional, traspasó las fronteras patrias para que lo conocieran en todo el mundo. La gente lo ve como un símbolo para tener un mundo mejor”.
La mujer que dejó a Villa
Según Rosa Helia, Luz Corral fue el gran amor de Villa. Una de las anécdotas que cuenta es que cuando Venustiano Carranza lo declaró fuera de la ley, Villa ordenó a Luz que se llevara a todos sus hijos, los de ella y demás mujeres, a Cuba; y se creó un vínculo bastante fuerte entre Luz y sus descendientes.
Durante un tiempo, la autora tuvo trato con Luz Corral y en alguna ocasión le preguntó cómo pudo soportar saber que su esposo tenía otras mujeres. Ella contestó que quizás tenía sangre musulmana, pero lo cierto era que si no lo aceptaba de esa forma, entonces lo perdía y no quería eso, por eso soportó las infidelidades.
Aunque la historia de Luz Corral es el hilo conductor de la novela, la autora contó una historia que es cercana a ella, la de su abuela Guadalupe, una de las tantas historias tristes del general, pero quizás el único caso en el que la mujer lo dejó.
“Nadie me quería contar la historia de amor de mi abuelo y mi abuela, porque fue para la familia de ella deshonrosa, dolorosa. Hace años el honor familiar era importante y era terrible que la niña se enamorara de un señor que además era casado, se embaraza y tiene un niño, que es mi padre. Pasaron 80 años para que mi abuela soltara la historia, y éste fue el elemento detonador para mi demencial esfuerzo por escribir una novela, que he concluido que me la dictó mi abuela”.
Guadalupe y Villa se conocieron en Chihuahua en septiembre de 1913, una época en la que el general estaba en la cumbre de su gloria. Estaba lloviendo, Guadalupe y Natalia, su hermana, andaban de compras en el centro cuando pasó el coche de Villa y las salpicó. Se dio cuenta el general y ordenó detenerse a su chofer. Ofreció una disculpa a la joven muchacha, misma que fue aceptada.
“Yo imagino que en el encuentro la mirada de Villa y Guadalupe fue explosiva. Cuando se va Villa le dice: ¿dónde la vuelvo a ver chula? Mañana, a la salida del catecismo, respondió mi abuela. Al día siguiente llegó el general puntual a la cita y la niña, loca de amor, se sube al auto y se van juntos. Pero su hermana Natalia les cuenta a los padres.
“Ellos se fueron a un parque, alrededor del cual estaban las casas de los notables y cuando regresó a la casa Guadalupe, el papá, mi bisabuelo, ordenó que se la llevaran al rancho cerca de Ciudad Cuauhtémoc. Villa no la encuentra y ordena a su gente que investigue quién era y dónde estaba.
“Le informan a los pocos días de quién era hija, qué hacía su padre y dónde estaba. Le comentaron a Villa que el padre tenía un gran defecto: el juego. Villa ordena que cuando lo vean jugar, le avisen. Así fue, y cuando llega Villa se encuentra que el padre de Guadalupe había perdido dinero. Villa le pide para jugar, y le propone: ‘si usted gana le repongo lo que ha perdido. Si gano yo, también le repongo lo que ha perdido, pero usted me da a su hija Lupe’. ¿Adivinen quién ganó?
“En esas épocas, la mujer era un costal de papas, se jugaban a la mujer, pero más bien Villa se estaba jugando el derecho a cortejarla. Nada más que mi bisabuelo sabía que Villa era casado. Mandó un telegrama a Lupe, en el cual le pedía que lo esperara en los andenes del tren”.
“La madre de Guadalupe dedicó a la corte celestial que su hija regresara virgen y cuando se entera que está embarazada, reniega de su fe católica, baja de todas las paredes de su casa los rosarios, imágenes, escapularios, todo lo que huela a Iglesia católica. Lo junta, se va al rancho y los quema. No podía creer que el mismo obispo de Chihuahua los hubiera casado sabiendo que Villa era casado. Luego se volvió a la Iglesia metodista.
“Tiempo después mi abuela dejó a Villa y se vuelve a su casa. No sé por qué lo dejó, pienso que por soledad o por celos. Quizás porque se dio cuenta que la razón de la vida de Villa era la Revolución”.

No hay comentarios: