Es un poema especial, desde su contexto hasta su circunstancia y se da en unos dias de llovizna; donde se vislumbraba una tormenta. Y en ese previo me imagino una luciernaga como los dias aquellos, campiranos llenos de candiles y el hablar quedo de la oscuridad relumbrante. Lo entenderán todos aquellos que han tenido una luciernaga en sus manos.
Gracias!
Iba deambulando por un camino,
Donde había visto una luz;
una luz muy intensa, llena de magia
Resplandeciente, única, indefinible.
Al acercarme a ese punto convergible
De mi tan solicitado y esperado destino;
No era tal lo que veía, había sido una ilusión.
Busqué desesperado, voltié por todos lados,
Inclusive; reté a mi encarcelado corazón,
Grité casi llorando: la vi! Yo la vi!
Vi “Mientras haya unos ojos que reflejan
Los ojos que los miran!” de G.A. Becquer.
Me derrumbé por un momento, caminé a ciegas un rato,
Cerré mis ojos varias veces y vi algunos parpadeos de luz.
Me azoté por unas horas, suspiré por unos días,
Caí un poco de rodillas y me levante hace unas horas.
Y me dije: todo este amor guardado ha de tener su luz,
La luz que la requiera, la vela que me espera,
El combustible de mi luz, y la madera de mi cruz.
Seguiré caminando entonces, buscando nuevas letras,
Buscando con un rumbo; dos faritos con mi luz.
EL PEATON
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