Tlaskamati

martes, 7 de julio de 2009

Quetzalcoatl y Cihuatl



“¡Morir! ¡Morir!

Extraña cosa, así pensada,

Ahora que todo en mi corazón late,

Hasta la rara satisfacción de haber sido juzgado.”

“¿y qué será la muerte?”, preguntó cihuatl.

“Yo la he sentido como un zumbido gris”,

Contestó Quetzalcóatl,

“Y después”, continuó Cíhuatl.

“¿Seremos esto que somos?”

“No sé, Cíhuatl! No sé!

Esa es la duda que siempre me ha impedido morir.

¿Seré éste que soy?¿Serás lo que ahora eres?

Dime, Cihuatl, ¿qué piensas tú?”

“Me han enseñado que si muero de parto,

Iré a un hermoso lugar lleno de delicias,

En compañía de mis hijos.”

“Si mueres. Pero, ¿Y si vives?¿Y la conducta?

¿Será la muerte la que dé la resurrección?

¿Será la vida? ¡Mundo extraño el que han

Construido en esta tierra, en el que es la muerte la

La que da el destino futuro y no da la vida, como

Yo lo creo! Aquí si muere el soldado en batalla,

Si muere lleno de llagas, va a un lugar de delicias,

No importa cómo haya vivido. ¿Y la vida,

Cíhuatl? Y la vida llena de memoria, plena de

Momentos, vivida, entre el bien y el mal.

¿No importa? ¿la muerte, solo la muerte?”

“Pienso que es muy importante morir”,

Dijo Cihuatl. “Más que el mismo nacimiento,

En el que nuestra Madre nos ayuda y nos cobija.

Ella sufre, y nosotros sólo tenemos frío; pero no

Desamparo. En la muerte, mi señor, estamos solos.”

“Solos, dices bien, solos. ¡Solos en la mitad de

Todas las cosas. Tal vez en el fin de todo lo que

Somos. Dudo, y por eso no muero.”

“!La muerte es sólo una coyota vieja

Y hambrienta que se transforma en muchas cosas”,

Terció la vieja, “una coyota vieja y sarnosa

A la que me gustaría matar!”

“! Matar a la muerte!! Seria curioso ¡

¿Y para qué?”, preguntó Quetzalcóatl.

“! Para no morirme ya!” Dijo la vieja.

“!Yo soy como tú, tampoco quiero morir!”

“Algún día no querrás vivir. Algún día no

querré vivir. Hasta entonces, dejemos

viva a tu coyota.”

“Yo siempre querré vivir”, concluyó la vieja.

“¿Y tú cíhuatl?”, preguntó Quetzalcóatl.

“!Yo querré vivir mientras mi señor viva!

Si tú, como dices, llegaras a morir, yo también

Moriría. Pero Quetzalcóatl no morirá, ¿verdad?”

“Si, Cihuatl. Quetzalcóatl morirá.”

“Entonces, me gustaría hacerte inmortal”,

Le dijo Cíhuatl.

Y los tres guardaron silencio.

La vieja se quedó cavilando y al rato dijo:

“¿Y porqué no lo haces inmortal?”

“¿Yo?¿Y cómo?”

“!Dale hijos!”, dijo, y se levantó dejándolos solos.

Fue así como en la noche de su sentencia,

Quetzalcóatl cayó en la tentación de hacerse

Inmortal y comprendio la íntima verdad del

Omeyocan(la armonía), el lugar Dos, donde todo es dos,

Para poder ser uno y saberse dos. Fue entonces

Cuando se enteró de que en su interior latían

Universos completos que en las tinieblas de las

Entrañas cambiaban de sitio y se convertían

En tempestad de luz y relámpago, justo en la mitad

Del universo, cuando el uno muere y vive,

Precisamente en el centro de todas las nebulosas.

De Cíhuatl tuvo dos hijos,

un hombre y una mujer.

Al nacer ésta, murió la madre.


Libro_Quetzalcoatl, José López Portillo

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