Eran tiempos todavía muy difíciles, oscuros y sombríos. Al régimen de Franco le quedaban tres años de vida, casi unas horas tras cuatro décadas de tinieblas. Pero como un toro malherido aún repartía a diestra y siniestra (sobre todo a siniestra) rabiosas cornadas, derrotas enloquecidas que podían llevar a Carabanchel, a la Modelo, ante el temible TOP, el Tribunal de Orden Público. Herido pero astifino, el morlaco franquista decretaba el silencio, y a la vuelta de cualquier esquina podían aparecer los sociales, y uno, con cara de bueno, con el carné en la boca. Corría el año 1972, por ejemplo, y una cantautor de Barcelona iba a poner cantando unos cuantos puntos sobre otras tantas íes, las de la poesía de Miguel Hernández, aquel pastor rojo, aquel poeta yuntero que había muerto encarcelado en la prisión de Alicante. El cantante era Joan Manuel Serrat, y aquel disco recuperó para los españoles el verbo y la palabra de Miguel, convirtió sus desoladas pero también combativas rimas en una colección de grandes éxitos. Serrat y Miguel Hernández consiguieron que la poesía fuera el pan de cada día, poesía necesaria como el aire que respiramos trece veces por minuto. Tantos años después, tantas idas y venidas de la vida por la vieja España, enterradas más o menos las tinieblas, Serrat vuelve a Orihuela, su pueblo y el nuestro, y vuelve a la poesía de Miguel, con “Hijo de la luz y de la sombra”, trece canciones preñadas de emoción, de ternura, de belleza.
“Miguel es un poeta extremadamente musical, y somos muchos los que con mayor o menor fortuna hemos probado a ponerle música a sus versos. Creo que las canciones del disco del 72 siguen en la memoria de la gente, y como es el año de su centenario pensé que sería raro que en mis conciertos no apareciera alguna de sus canciones. Pensé en retomar aquéllas y añadir alguna pieza nueva, pero al emprender de nuevo el camino de sus versos fueron destilándose historias, y poco a poco me encontré con un material de calidad, y el proyecto fue creciendo hasta llegar al disco, a la gira, y a los cortos que un puñado de directores, generosamente, porque no hay un duro, han rodado basándose en las canciones”. Garci, Bigas Luna, Gutiérrez Aragón, José Luis Cuerda, Imanol Uribe, David Truena son algunos de ellos.
Trabajar con textos ajenos no es más “difícil” que hacerlo con los propios, comenta el Noi del Poble Sec, al final siempre se trata de buscar “lo que te conmueve”. Y conmoción es lo que tanto tiempo después siguen produciendo aquellas canciones de entonces, y cómo no también éstas de ahora. ¿La música, maestro, es emoción por encima de todo? “Las canciones están fuertemente ligadas a los recuerdos. Cuando suena una canción suena también un despertador y suenan imágenes, incluso vuelven olores, el otoño, el verano, rostros… la música dispara todas tus sensaciones, te devuelve paisajes, y hasta recuerdos con nombre y apellidos”.
La vigencia de Miguel Hernández
A Joan Manuel, por encima de todo, le sigue llamando la atención, “la vigencia de la poesía de Miguel. Ése es el argumento central para que yo sacara este disco, la razón fundamental por la que he vuelto a meterme de cabeza en su obra es porque su poesía es intemporal, no depende del tiempo ni de las circunstancias. Sus versos, las canciones, funcionan en cualquier tiempo y lugar”. Y tanto: “El hambre es el primero de los conocimientos…”, cómo resonará este verso en los hogares de nuestros cuatro millones de parados. Y qué pájaros no volarán en las alcobas cuando escuchen: “Pide que nos echemos tú yo sobre la manta / tú yo sobre la luna, tú yo sobre la vida”. Cómo no se estremecerán los voluntarios recién vueltos de Haití, nuestros soldados en son de paz, mientras les llegue a los oídos: “Uno de aquellos / si hay hombres que contienen un alma sin fronteras / tú eres uno de aquellos / tú eres uno de aquellos / las patrias te llamaron con todas sus banderas”. Versos a la medida de cómo dice Serrat “los que descargan camiones, los que están cogiendo olivas, los que bajan a la mina”.
Ha sido un reencuentro. “Hijo de la luz y de la sombra” ha sido el abrazo de dos viejos amigos, la caricia de dos viejos compañeros del alma. “He trabajado los poemas en absoluta libertad, sin meterles faja, sin presionarlos, sin darles prisa, sin exprimirles. Si una canción no salía, bien, me decía, pues otro día te veré. He dejado que las palabras se soltasen, que ellas solas dijeran lo que tenían que decir, al natural”.
Gracias a artistas como Serrat, mucha gente supo que la poesía era algo más que nenúfares, rosas marchitas, silencios y ceniza. “Nunca pretendí expresamente que la gente se acercara a la poesía con mi música, nunca fue un argumento prioritario de mis canciones, aunque si lo he conseguido estoy muy satisfecho. Lo más importante es la conmoción que sientes al leer algo, emocionarte, mirar para los lados ver que nadie te mira y robarlo para escribir una canción”.
Con la música a otra parte
Joan Manuel cambia de tercio, y no tiene inconveniente en irse con la música a otra parte, la de la crisis de la industria, la piratería. “Nuestro mundillo lo veo bien en cuanto a los músicos y la música que se hace. Pero veo con mucha preocupación lo que envuelve a este mundo. La industria musical está sumamente debilitada por muchas razones. Primero y seguramente por problemas propios y no haber sabido gestionar sus activos ni ver el mundo que venía, sentados en su torre de marfil, esperando. Además, lo que debería ser un escaparate de difusión cultural ha quedado limitado a un simple escaparate de venta”.
Un catalán cabal, sencillo, un músico de los pies a la cabeza, un cantor hasta las cachas, y un poeta pastor, un cabrero que apacentaba endecasílabos han vuelto a colaborar, alguien diría incluso que han vuelto a amancebarse. Y el fruto es un “Hijo de la luz y de la sombra”, un disco del que Joan Manuel espera que sirva, entre otras muchas cosas, “para que los amantes se enamoren con él, para que la gente mayor llore, abrazados los unos a los otros, para que los adolescentes hagan copias furiosas de él y se las pasen por debajo de los pupitres”.
MANUEL DE LA FUENTE
MADRID20-02-10
“Miguel es un poeta extremadamente musical, y somos muchos los que con mayor o menor fortuna hemos probado a ponerle música a sus versos. Creo que las canciones del disco del 72 siguen en la memoria de la gente, y como es el año de su centenario pensé que sería raro que en mis conciertos no apareciera alguna de sus canciones. Pensé en retomar aquéllas y añadir alguna pieza nueva, pero al emprender de nuevo el camino de sus versos fueron destilándose historias, y poco a poco me encontré con un material de calidad, y el proyecto fue creciendo hasta llegar al disco, a la gira, y a los cortos que un puñado de directores, generosamente, porque no hay un duro, han rodado basándose en las canciones”. Garci, Bigas Luna, Gutiérrez Aragón, José Luis Cuerda, Imanol Uribe, David Truena son algunos de ellos.
Trabajar con textos ajenos no es más “difícil” que hacerlo con los propios, comenta el Noi del Poble Sec, al final siempre se trata de buscar “lo que te conmueve”. Y conmoción es lo que tanto tiempo después siguen produciendo aquellas canciones de entonces, y cómo no también éstas de ahora. ¿La música, maestro, es emoción por encima de todo? “Las canciones están fuertemente ligadas a los recuerdos. Cuando suena una canción suena también un despertador y suenan imágenes, incluso vuelven olores, el otoño, el verano, rostros… la música dispara todas tus sensaciones, te devuelve paisajes, y hasta recuerdos con nombre y apellidos”.
La vigencia de Miguel Hernández
A Joan Manuel, por encima de todo, le sigue llamando la atención, “la vigencia de la poesía de Miguel. Ése es el argumento central para que yo sacara este disco, la razón fundamental por la que he vuelto a meterme de cabeza en su obra es porque su poesía es intemporal, no depende del tiempo ni de las circunstancias. Sus versos, las canciones, funcionan en cualquier tiempo y lugar”. Y tanto: “El hambre es el primero de los conocimientos…”, cómo resonará este verso en los hogares de nuestros cuatro millones de parados. Y qué pájaros no volarán en las alcobas cuando escuchen: “Pide que nos echemos tú yo sobre la manta / tú yo sobre la luna, tú yo sobre la vida”. Cómo no se estremecerán los voluntarios recién vueltos de Haití, nuestros soldados en son de paz, mientras les llegue a los oídos: “Uno de aquellos / si hay hombres que contienen un alma sin fronteras / tú eres uno de aquellos / tú eres uno de aquellos / las patrias te llamaron con todas sus banderas”. Versos a la medida de cómo dice Serrat “los que descargan camiones, los que están cogiendo olivas, los que bajan a la mina”.
Ha sido un reencuentro. “Hijo de la luz y de la sombra” ha sido el abrazo de dos viejos amigos, la caricia de dos viejos compañeros del alma. “He trabajado los poemas en absoluta libertad, sin meterles faja, sin presionarlos, sin darles prisa, sin exprimirles. Si una canción no salía, bien, me decía, pues otro día te veré. He dejado que las palabras se soltasen, que ellas solas dijeran lo que tenían que decir, al natural”.
Gracias a artistas como Serrat, mucha gente supo que la poesía era algo más que nenúfares, rosas marchitas, silencios y ceniza. “Nunca pretendí expresamente que la gente se acercara a la poesía con mi música, nunca fue un argumento prioritario de mis canciones, aunque si lo he conseguido estoy muy satisfecho. Lo más importante es la conmoción que sientes al leer algo, emocionarte, mirar para los lados ver que nadie te mira y robarlo para escribir una canción”.
Con la música a otra parte
Joan Manuel cambia de tercio, y no tiene inconveniente en irse con la música a otra parte, la de la crisis de la industria, la piratería. “Nuestro mundillo lo veo bien en cuanto a los músicos y la música que se hace. Pero veo con mucha preocupación lo que envuelve a este mundo. La industria musical está sumamente debilitada por muchas razones. Primero y seguramente por problemas propios y no haber sabido gestionar sus activos ni ver el mundo que venía, sentados en su torre de marfil, esperando. Además, lo que debería ser un escaparate de difusión cultural ha quedado limitado a un simple escaparate de venta”.
Un catalán cabal, sencillo, un músico de los pies a la cabeza, un cantor hasta las cachas, y un poeta pastor, un cabrero que apacentaba endecasílabos han vuelto a colaborar, alguien diría incluso que han vuelto a amancebarse. Y el fruto es un “Hijo de la luz y de la sombra”, un disco del que Joan Manuel espera que sirva, entre otras muchas cosas, “para que los amantes se enamoren con él, para que la gente mayor llore, abrazados los unos a los otros, para que los adolescentes hagan copias furiosas de él y se las pasen por debajo de los pupitres”.
MANUEL DE LA FUENTE
MADRID20-02-10
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