Tlaskamati

lunes, 30 de marzo de 2009

MIRAME PERO NO ME TOQUES!



Sea cierto o no que la canciller alemana Angela Merkel se quejó de que el presidente francés Nicolas Sarkozy era demasiado "tocón", el caso es que todos habitamos en unas burbujas o cápsulas personales que significan los límites entre nuestro cuerpo y el de los demás. Pero esa burbuja no es igual para todos. Imagínese la siguiente situación: va usted a salir de un edificio y toma un elevador, en el que ya hay tres personas más a las que usted no conoce. El corto trayecto hasta la planta baja se hace algo incómodo por los silencios, por no saber adónde mirar y; sobre todo, por evitar rozarse con alguien. Una vez en la calle, usted toma un transporte público, metro o autobús, que va repleto. Se siente ensartado entre cuerpos, que lo rozan e incluso estrujan. Aunque también es una situación incómoda, sobrevive hasta llegar a destino. Respirando de nuevo el aire de la calle, entra en un restaurante, bastante lleno y Le colocan en una mesa solitaria casi codo con codo con sus vecinos de mesa. Está tan cerca que parece que esté comiendo con ellos y participando silenciosamente en sus conversaciones, aunque se hace el despistado por aquello de no parecer indiscreto. Metido en sus cosas, cena un poco e intenta agrandar el pequeño estrecho que le separa de su vecindario, De nuevo en la calle, se acerca a tomar una copa al pub o la discoteca de moda. Lleno total. Para lograr acercarse a la barra tiene que recorrer una pista de cuernos.

Todas estas situaciones tienen en común la percepción de uno mismo respecto a los demás. Cuanto menos gente, más presencia del yo individual. Cuanto más gente, mayor despersonalización. Dicho de otro modo, la burbuja personal se agranda o se estrecha en función de los contextos. Pasamos de ser uno a ser uno más. Yeso lo cambia todo, tanto que en los extremos podemos pasar de ser unos señores tranquilos y educados a convertirnos en unos auténticos energúmenos.

LA P ROXÉMICA

"Quienes mantenemos abiertos los ojos, podemos leer volúmenes enteros en lo que contemplamos a nuestro alrededor" (E. T.Hall)

Metidos en el terreno de la comunicación no verbal, la proxémica es la encargada de estudiar el uso y percepción del espacio social y personal. Una de sus especialidades es la observación de las distancias conversacionales y cómo éstas varían según el sexo, el estatus. Los roles, la orientación cultural y otros factores que, en resumen, sirven para marcar nuestra territorialidad, o sea; los espacios intocables. Eso de marcar territorio, aunque aparenta ser muy animal; es también, una conducta humana que practicamos a diario, y no sólo con desconocidos. También en el seno familiar solemos contraer o expandir nuestra subjetiva burbuja personal según con quien nos relacionemos. Incluso en las relaciones más íntimas, los espacios y las distancias suelen tener sus signíficados.

Nuestros estados internos o la valoración de la relación con el otro se traducen en conductas visibles, aunque silenciosas. La presencia del otro, sobre todo cuando no nos apetece, (cuando estarnos enfadados, por ejemplo), se hace intrusiva y puede llegar a

ser vivida como una contaminación de nuestro espacio e incluso una violación de nuestra esfera personal.

Observen que cuando una persona esta irritada cualquier acercamiento tiene como respuesta ese reiterado no me toques! Algo así suelen sentir aquellas personas que en la más tierna infancia, entre los sufren cuando su 'interlocutor es de esos que las agarran por el brazo, se acercan mucho y les hablan con la boca prácticamente pegada a la oreja, Ciertamente, el sentido de la proxémica pasa inadvertido para muchas personas que, lejos de captar la incomodidad que puede sentir el otro. Creen que no hay mejor señal de su sincera confianza. ¡Qué lejos están a veces las conductas de las intenciones!

EFECTOS DE LA CONDUCTATÁCTIL

A menudo hablamos de cómo hablamos, y con frecuencia tratarnos de ver cómo vernos, pero, por alguna razón, raramente hemos palpado cómo palpamos" (DesmondMonis)

Pare ce que nuestras primeras experiencias táctiles. En la infancia resultan decisivas para la adaptación mental y emocional posterior. Me imagino que en la más tierna infancia, entre los arrumacos, los vaivenes en diferentes brazos y la frustración de no poder elegir ni cuándo ni cómo ni a quién tocar, actúa como un registro sensitivo que va a condicionarnos el resto de la vida. Pero además de ser tocados, está nuestra experiencia táctil, nuestro despertar a las texturas y lo que inconscientemente asociamos a ellas según lo que nos proporcionan. Sólo así se explican reacciones 'viscerales ante

caras, gestos y conductas ajenas . Por eso solemos usar expresiones como "es una cuestión de piel" para designar la incomprensible conducta de acercamiento o de rechazo que sentimos hacia unos u otros. No sólo las pieles son discriminadoras. Habitualmente lo suelen ser más las situaciones que facilitan o inhiben la expresión táctil. Entonces al analizar cualquier contacto interpersonal, deberemos acudir a estas tres simples preguntas: quién toca o a quién?, Donde?, y en qué medida? Dos analistas, Heslin y Boss, observaron diferentes pautas de conducta táctil y propusieron una taxonomía con diferentes gradaciones, desde el contacto más impersonal hasta el auténticamente íntimo: funcional profesional, social-cortés, amistad calidez, amor intimidad, 'excitación sexual.

MIRAR Y TOCAR

"El noventa por ciento de toda felicidad sólida y duradera se debe al afecto" (Clive StaplesLewis)

Al ser humano le gusta, de hecho necesita, ser reconocido. Yeso sólo lo puede hacer otro ser humano. Más allá de los méritos parlo que hacemos o de .los talentos por los que podemos ser admirados, existe un reconocimiento que no es valorativo, sino incondicional, esencial: el gesto de aprecio. Cuando todo no s va mal, cuando sufrimos los avatares de la existencia, lo único que nos consuela es el afecto de los demás. También cuando nos instalamos en el bienestar yen la alegría del corazón, somos más

sensibles al abrazo; a las sonrisas , a las muestras de cariño que rozan a veces el histrionismo. Dice la voz popular que "el roce hace el cariño". Sin lugar a dudas, no

hay palabras, ni teorías ni argumentaciones que suplan la experiencia de la mirada, del tacto, de las caricias, los abrazos y los efectos que conllevan. Los mejores poemas, las canciones más entrañables, muchas expresiones artísticas son una abstracción de esa experiencia o de su ausencia.

Los límites de nuestra piel son la frontera con el mundo exterior y con los demás. Por eso el roce entre pieles acaba siendo lo más íntimo entre el yo y el tú y eso no lo despierta cualquiera, sino aquellos o aquellas que, por el misterio de la vida, tienen un pasaporte mágico para cruzar sutilmente nuestras fronteras personales.

Xavier Guix

Pep Monserrat

Editora de Mar

No hay comentarios: