Yo quise a la Patria por debil y mustia,/la Patria me quiso con toda su angustia/y entonces nos dimos los dos un gran beso:/Los besos de amores son siempre fecundos,/un beso de amores ha creado los mundos,/Amar, ..eso es todo! querer... todo es eso!A.Nervo(La raza de Bronce)
domingo, 1 de mayo de 2011
La Vida Inutil de Pito Perez
La silueta obscura de un hombre recortaba el arco luminoso del campanario. Era Pito Pérez, absorto en la contemplación del paisaje. Sus grandes zapatones rotos hacían ruecas de dolor; su pantalón parecía confeccionado con telarañas, y su chaqueta, abrochada con un alfiler de seguridad, pedía socorro por todas las abiertas costuras sin que sus gritos lograran la conmiseración de las gentes. Un viejo "carrete" de paja nimbaba de oro la cabeza de Pito Pérez.
Debajo de tan miserable vestidura el cuerpo, aun mas miserable, mostraba sus pellejos descoloridos; y el rostro, pálido y enjuto, parecía el de un asceta consumido por los ayunos y las vigilias.
——¿Que hace usted en la torre, Pito Pérez?
——Vine a pescar recuerdos con el cebo del paisaje.
——Pues yo vengo a forjar imágenes. en la fragua del crepúsculo.
——¿Le hago a usted mala obra?
——Hombre, no. ¿Y yo a usted?
Tampoco. Subimos a la torre con fines diversos, y cada quien, por su lado, conseguirá su intento: usted, el poeta, apartarse de la tierra el tiempo necesario para cazar los consonantes ——catorce avecillas temblorosas—— de un soneto. Yo, acercarme mas a mi pueblo, para recogerlo con los ojos antes de dejarlo, quizás para siempre; para llevarme, en la memoria todos sus rincones; sus calles, sus huertas, sus cerros. ¡Acaso nunca mas vuelva a mirarlos!
——¿Otra vez a peregrinar, Pito Pérez? ——¡Que quiere usted que haga! Soy un pito inquieto que no encontrara jamás acomodo. Y no es que quiera irme; palabra. Me resisto a dejar esta tierra que, al fin de cuentas, es muy mía.
——¡Oh, las carnitas de Canuto! ¡Oh, el menudo de la tía "Susa"! ¡Oh, las "tortas de coco" de Lino, el panadero! ——Pero acabo de dar fin a una larga y azarosa borrachera, y mis parientes quieren descansar de mi persona, lo mismo que todo el pueblo. Cada detalle me lo demuestra: en las tiendas ya no quieren fiarme; los amigos no me invitan a sus reuniones, y el Presidente Municipal me trata como si fuera el peor de los criminales.
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